Twilight World Role
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 LIBRO I: LUNA AZUL

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paul iord




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MensajeTema: LIBRO I: LUNA AZUL   LIBRO I: LUNA AZUL EmptyVie Jul 16, 2010 7:38 am

LUNA AZUL

LIBRO I: LUNA AZUL 2wlyazn

Resumen
Paul Jordan tiene 36 años físicos desde hace mucho tiempo. Nació durante la pascua del Año del Señor de 1064, en la Ribagorza aragonesa. Fue convertido en 1099, durante la conquista de Jerusalem en la primera cruzada. Ha vivido parte de la historia de la humanidad en primera persona y ahora vive asentado desde el 2005 en un pueblo de las cercanías de Santander. Ejerce de profesor de historia en el instituto del pueblo y se comporta lo más normal que cabe para alguien que dice tener una enfermedad genética de la piel que le impide exponerse directamente a los rayos de sol.

Ha llegado el final del curso escolar y Paul se prepara para volver, durante sus vacaciones de verano, a su casa familiar en Londres, donde vive la viuda de su hermano, Julia y el hermano de ésta, Sam. Su hermano, Oisín, y la esposa de éste, Mary, han organizado una reunión familiar para la última semana de este mes y, casi todos los miembros de la familia han confirmado su asistencia. “Será grato ver a parientes con los que únicamente he hablado por teléfono estos últimos años”.



INDICE
Prólogo
LIBRO I. LUNA AZUL.
Capítulo 1……… Paul, ¿o Xaume?. (capítulos 1.1, 1.2, 1.3, 1.4)
Capítulo 2……… Oisín. (capítulos 2.1, 2.2, 2.3)
Capítulo 3……… Julia. (capítulos 3.1, 3.2, 3.3, 3.4)
Capítulo 4……… Lars. (capítulos 4.1, 4.2, 4.3, 4.4, 4.5)
Anexos 2 y 3
Capítulo 5……… Irina. (capítulos 5.1, 5.2, 5.3)> 5.3.B es escena HOT+18.
Capítulo 6……… Gabriel. (capítulos 6.1, 6.2, 6.3)
Capítulo 7……… Mary. (capítulos 7.1, 7.2, 7.3)
Capítulo 8……… Rakesh. (capítulos 8.1, 8.2, 8.3)
Capítulo 9……… Humanos, ciencia y ... (capítulos 9.1, 9.2, 9.3, 9.4, 9.5, 9.6)
Capítulo 10……… Los Cullen. (capítulos 10.1, 10.2, 10.3, 10.4)
Capítulo 11……… Luna Azul. (capítulos 11.1, 11.2, 11.3, 11.4, 11.5, 11.6)
Capítulo 12……… El principio del fin. (capítulos 12.1, 12.2, 12.3, 12.4)
ANEXO 1

LIBRO II. NOCHE POLAR ASTRONÓMICA.
Capítulo 13……… Una familia, un clan, un aquelarre de tres miembros. (Cap. 13.1, 13.2, 13.3)
Capítulo 14……… Andrea.
Capítulo 15……… Dewei.
Capítulo 16……… Sandra López.
Capítulo 17……… .
Capítulo 18……… Alexei.
Capítulo 19………
Capítulo 20……… Sam.
Capítulo 21……… .
Capítulo 22……… Vampiros, religión y ...
Capítulo 23……… Los Vulturis.
Capítulo 24……… Planes dentro de planes.

Anexo 4
LIBRO III: SOLSTICIO.

EL LIBRO 1 CONTIENE EN SU CONJUNTO 227 PAGS. TAMAÑO CUARTILLA Ó 113 PAGS TAMAÑO A4.

LIBRO I: LUNA AZUL 2ce2ee9


Última edición por paul iord el Vie Jul 16, 2010 8:19 am, editado 1 vez
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paul iord




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MensajeTema: Prólogo y Capítulo 1.1   LIBRO I: LUNA AZUL EmptyVie Jul 16, 2010 7:43 am

LIBRO I. LUNA AZUL.

PRÓLOGO
Ciudad de Londres, Greater London, Reino Unido. Lunes, 1 de enero de 2007
-¿Xaume?- preguntó mi interlocutor al otro lado del teléfono.
-Hola Oisín, ¡Feliz año 2007!- le dije contento por recibir su llamada.
-Hola Xaume, estamos Mary y yo en el JFK, en New York, salimos dentro de unos minutos para Londres.
-¿Qué ha pasado? -pregunté curioso.
-Ha cambiado todo. ¡Los Vulturi regresan a Volterra con las manos vacías!
-¿Cómo?- dije incrédulo.
-Lo que oyes. ¡Ha empezado!
-¿Lo dices en serio?. ¿No me mientes? -pregunté incrédulo.
-Si, ¡ya ha empezado!- me contestó.
-¿Ha empezado?- dije en voz alta.
“Ultima llamada para los pasajeros del Vuelo Virgin Atlantic 9-3-4-1 con destino Londres Heathrow”
-¡Sí! -me contestó desde el otro lado de la línea – Te dejo, vamos a embarcar.
-¡Oisín! -dije llamando su atención.
-Dime.
-¿Te ha escrutado?- le requerí.
-¿Cómo? - me preguntó.
-Que si, ¿Aro te ha escrutado?
-Sí, como era de esperar.
-Bueno, ¿crees que habrá reparado en que me harías esta llamada?
-No creo, me dijiste que te avisara hace setenta años, justo después de la muerte de Gabriel. ¡Cuando estabas ofuscado por su muerte!. Le pasará inadvertida entre todos mis posibles pensamientos.
-Sí, es posible –dije medio convencido- ¿Viajas con Virgin Atlantic?- le pregunté.
-Sí, con Virgin Atlantic - me contestó - ¿por qué?
-Te veo en Heathrow en ocho horas y hablamos.
-No hacemos noche en Londres. –me contestó.
-¿Entonces no venís a casa de Julia?, ¿seguís hacia Glasgow?
-Seguimos hacia Glasgow, ¡vamos a Prestwick!.
-Bueno, pues os recojo en Prestwick y de camino a vuestra casa me contáis todo.
-¡De acuerdo, llegaremos a las 9:45 a Prestwick!
-Allí os espero! –le confirmé.
-¡Xaume! - llamó mi atención Oisín -¡Feliz 2007!
“Feliz año Xaume” dijo Mary apartada del teléfono.
-¡Feliz año!- dije recordando con dolor como mi hijo yacía muerto en el salón de los tronos de Volterra.

Capítulo 1. Paul, ¿o Xaume?.
1.1

Cabezón de la Sal, Cantabria, España. Jueves, 21 de junio de 2007
Me encontraba ensimismado mirando por la ventana el sauce que delimitaba las zonas en donde los chavales jugaban al fútbol y al baloncesto. El cristal de la ventana estaba lleno de miríadas de gotas de lluvia que resbalaban hasta convertir el alfeizar de la ventana en un pequeño océano delimitado por una cascada que hacía precipitar el agua en el vacío del suelo del patio. “Ésta quizá fuera la enésima tormenta de la primavera o la primera del verano, todo depende de lo que durara el chaparrón hasta el momento en que cambemos de estación, astronómicamente hablando. ¿Por qué divago sobre la lluvia y la estación en la que nos encontramos? Quizá porque no deseo estar ya aquí, quizá porque me gustaría que fuese el último día de clase y mañana ya estaría con Julia y Sam. Ummm”
Podía contemplar en cada gota de lluvia, en cada surco que dibujaban las gotas resbalando por el cristal, un reflejo difuminado de mi en primer plano y del conjunto de la clase a mi espalda. Cada uno de esos veinticinco muchachos, sus rostros, sus movimientos, sus intentos por hacer el menor movimiento posible cada vez que se retorcían o levantaban su rostro del papel, lo podía ver en cientos de gotas de lluvia sobre el cristal. Pero, ¿qué podía hacer yo por aparentar una normalidad inexistente, si con el silencio roto por el ruido de la lluvia era capaz de distinguir el sonido de los latidos de cada uno de sus corazones, y en cada una de las gotas de lluvia depositadas en el cristal de la ventana veía cada intento por copiar?, ¿quién era yo, para convertirme en árbitro que juzga a los que no han estudiado unas fechas o unos hechos que durante el resto de sus vidas solo les servirán para mantener una ligera conversación o saber algunas respuestas del Trivial Pursuit, siendo yo el que vive al margen de la primera regla de la naturaleza humana desde hace ... tantos años?
Las nubes cubrían el cielo y absorbían las cimas de las montañas del cercano parque natural de los Picos de Europa. Los veinticinco chavales, de catorce y quince años, se afanaban por contestar y finalizar el examen que llevaban haciendo ya casi una hora. Un jirón en el viento hizo que las ramas del sauce del patio hicieran un movimiento zigzagueante mientras recuperaban su posición.

Cerca de Baton Rouge, Louisiana, Estados Confederados de América, 12 de Marzo de 1864
El día había permanecido encapotado, sombrío y tranquilo durante toda la jornada, como si esperara un empujón para que algo sucediera. Cuando la tarde gris se oscureció definitivamente comenzó a diluviar, tal cual como si San Pedro hubiese abierto las puertas del cielo y dejado caer la totalidad del agua que poseían las nubes. Se trataba de una lluvia cálida y que por mucha ropa que llevaras en unos pocos segundos te empapaba hasta los huesos. Ambos bandos se habían dispuesto en orillas opuestas del afluente de Mississippi y una vez situados los centinelas oportunos a lo largo de las orillas ambos contendientes prefirieron refugiarse bajo las lonas de sus campamentos los mas afortunados o aguantar como se pudiera bajo la lluvia los que protegían a estos.
Miraba agazapado desde una rama de un árbol que se hallaba próximo a la rivera, vestigio de lo que antaño fue un gran bosque, junto a uno de los varios campos de algodón de esta plantación, al grupo de soldados que estaba apostados a lo largo del límite de un campo de algodón cercano. Un pequeño promontorio artificial de algo menos de cuatro palmos había sido creado en el limite con el río para asegurarlo en tiempos de crecida.
Observaba la hilera de soldados apostados mirando a su espejo al otro lado del rio. Algunos intentaban protegerse de la lluvia acurrucándose tras el promontorio artificial otros acercándose a alguno de los arboles lo que en algunas ocasiones mas que ocultarlos los descubría ante el enemigo. Uno de los soldados se levantó de su posición y buscó refugio junto a uno de sus compañeros muy próximos al árbol en el que me hallaba.
Un disparo desde la otra orilla acertó en el soldado que se hallaba en movimiento y lo dejó mal herido, su compañero se levantó para socorrerlo y otro disparo certero le seccionó la vida. El soldado gemía por el dolor pero ningún otro soldado se había percatado de lo sucedido. Los miré a un lado y otro. Salte hasta el árbol más próximo a éste y bajé de un salto cayendo en cuclillas. Mi uniforme confederado, se encontraba completamente mojado y ahora, como consecuencia del salto, manchado de barro, tornando el tono grisáceo claro por un tono oscuro que bien podría hacerlo pasar por un uniforme de la Unión. Me acerqué hasta el soldado y lo arrastré para que el árbol cercano, y el cuerpo de su compañero muerto, lo parapetase. Encontré una piedra en el suelo del tamaño de mi puño, la tomé, miré hacia la otra orilla buscando al tirador, que cargaba su fusil. Le tire la piedra, que le acertó en el brazo e hizo perder su arma, momento que aproveché para poner mi cabeza bajo el brazo del herido y casi arrastrándolo lo saqué de primera linea. El soldado tenía la herida en el abdomen, sabía que iba a morir de una forma inutil, aunque esta estupidez cometida por este bien podría ser aprovechada. Caminamos durante casi dos kilómetros, aunque mas que caminar era yo quien caminaba y el quien movia los pies para no arrastrarlos mientras le indicaba que lo llevaba a una mansion de las cercanías donde en donde vivía un medico. El soldado creyó mis palabras y se dejó llevar. Mientras nos acercábamos a una mansión sureña que se alzaba al otro lado de una acequia rebosante de agua con varios sauces en sus bordes el soldado parecía que podía perder el conocimiento de un momento a otro.
–Me duele, no puedo aguantar más – dijo.
–Estamos llegando, falta muy poco, ahí la tienes – le dije señalando el edificio señorial en la penumbra.
El soldado hizo un último esfuerzo para perder el conocimiento y dar un traspiés que casi lo hizo caer sobre la acequia. Yo lo así fuertemente impidiendo que cayera al agua. Salté sobre la acequia con mi compañero sujeto a mi costado. Lo tomé en mis brazos y lo transporté hasta el porche del edificio de corte colonial. Seguía oyendo su latido, y aunque débil, era suficiente para alimentarnos los cuatro por unas horas.
Cuando la puerta principal de la mansión se abrió, un joven de veinte años, con cabellos rubios, rostro marmóreo, uniforme gris, con una raída guirnalda dorada en las mangas grises y azules, y una única hombrera en la casaca, a juego con las mangas que hacían resaltar la estrella dorada en el cuello de la misma y, le marcaba con el rango de mayor de infantería, emergió de entre las sombras.
– ¡Has traído… medio tentempié!– dijo transformando su rostro en una mueca de satisfacción al oler la sangre que lentamente manaba por un brazo de su compatriota – ¿No podías haber traído para cenar algo un poco menos… agujereado? –Dijo mirando con avaricia el elixir que se derramaba por el brazo del soldado.
Eche buena parte del aire que tenía en los pulmones emitiendo una risa apagada al recordar a Jasper y su retorcido sentido del humor para ser un recién convertido. Jasper rápidamente tomó la muñeca del soldado y mordió empezando a disfrutar del elixir. Llené mis pulmones de aire por la nariz, por primera vez en esta noche, y una miríada de olores entre el que predominaba la sangre me hicieron acercar mi boca a su cuello y morder en busca del preciado elixir. Mientras hacía esto ví como María y Carmen aparecieron, tomaron el brazo libre del ahora moribundo y comenzaron a beber con frenesí.
Eche buena parte del aire que tenía en los pulmones emitiendo una risa apagada al recordar a Jasper y su retorcido sentido del humor para ser un recién convertido. Tomé de nuevo una bocanada de aire y pude degustar el aroma de la sangre de esos jóvenes moviéndose a borbotones por sus venas, oí el repiqueteo de esos veinticinco corazones, rebosantes de vida y casi me deleité en el recuerdo del gusto de ese néctar rojizo que antaño circuló por mis venas.

Mire mi reloj. –Faltan 10 minutos – dije a mis alumnos para que fueran terminando. Me di una vuelta por el pasillo más cercano a las ventanas y mientras volvía por el pasillo central miraba lo que escribían en sus exámenes. Me detuve junto a Rafael y mire horrorizado una fecha que había marcado y en torno a la cual rondaban todos los hechos que narraba. Le señale la fecha del segundo ejercicio. – ¿Estas seguro?– le dije negando con la cabeza. – A ver, –dije hacia toda la clase, que levantó la cabeza para atender lo que les decía – ¡si no estáis seguros de alguna fecha, prefiero que no la pongáis! ¡Lo importante es que me contéis los hechos trascendentales y no me pongáis las anécdotas que os he ido contando durante esta evaluación, salvo que vengan al caso del ejercicio! Continué andando a lo largo del pasillo y de nuevo volví al mismo lugar junto a la ventana, devolviéndome a mi ensimismamiento.

Jerusalem, Califato Fatimí, 15 de julio de 1099
– ¡Arriba holgazán!, ¡hoy es un buen día para morir!– dijo mi señor Don Nuño, despertándome tras sentarse sobre el catre y patearme las piernas – ¡Mira a ver que escándalo acontece en la tropa!
Raudo me puse en pie, hice un ademán de saludo a mi señor y corrí fuera de la tienda a informarme sobre lo que sucedía mientras me terminaba de erguir y recuperaba mi compostura. Me limpié las manos sobre el pecho de la camisa que llevaba puesta desde hacia casi dos meses.
– ¡Guillaume!– grité tras topar y caer al suelo con el mozo de cuadra del Señor Tancred de Hauteville – ¿Qué sucede?–
– ¡Es San Jorge!, ¡es San Jorge!, ¡se ha aparecido a los soldados apostados en el monte de los Olivos! El joven se levantó raudo y prosiguió su carrera hacia la tienda de su señor, yo me intenté levantar y presuroso me giré hacia la tienda de mi Señor pero me encontré con él en la entrada –Mi señor, San Jorge se ha ...– no me dio tiempo a decir nada más, Don Nuño hizo un aspaviento que me hizo caer de nuevo al lado de la tienda apartándome de su camino – Ya lo he oído, no soy sordo, anda consígueme algunas viandas, hoy será un buen día para morir – me dijo, tirándome unas monedas al suelo, junto a mi.
Las recogí y salí corriendo hacia donde se encontraban los carros de aprovisionamiento, sonriendo porque pronto volvería a casa con mi mujer y mi hijo, si San Jorge estaba junto a nosotros significaba que la ciudad de Jerusalem se rendiría pronto y mi Señor volvería a casa con la gloria de la conquista y con riquezas procedentes de los Santos Lugares.

La torre rodante que había ordenado construir Godofred de Bouillón ya se había apostado junto al baluarte de la Ciudad Santa. Los cristianos que habían sido expulsados de Jerusalem días antes de reunirse el grueso del ejército cruzado, al aproximarse los caballeros y las tropas, al muro del norte de la ciudad, gritaban pletóricos desde la montaña de los olivos, al noroeste de nuestra posición. La tropa comenzamos a correr hacia la puerta cercana donde se desarrollaba la batalla parapetándonos con nuestros escudos de las flechas que procedían de los sarracenos. – ¡Dios lo quiere!– gritaban los cruzados asestando mandobles y desgarrando miembros a los defensores que se enfrentaban a ellos.
Cuando conseguí llegar a la marea humana que se agolpaba alrededor de la puerta, no sin antes haber saltado algunos cuerpos heridos o muertos en el transcurso de la carrera, noté el nerviosismo y sopor de ser una multitud removiéndose con el escudo sobre la cabeza, esperando que la muerte nos alcanzara esperando en este lado o tras cruzarla. Las espadas envainadas chocaban las unas con las otras en la marea de hombres que nos apiñábamos en nuestro afán de hacer el gentío lo mas compacto posible. Conforme se nos iban uniendo más y más tropa, más cuerpos yacían bajo nuestros pies o eran pisoteados hasta formar una línea de cuerpos en torno a la marea humana.
Un empujón me llevó hasta la puerta. Los que se encontraban junto a ella golpeaban la madera y el rastrillo de metal con el canto de sus escudos. Esto y los gritos de agonía, el silbar de las flechas, el ruido de las espadas enfundadas al chocar entre ellas y el griterío de los allí concentrados me hizo dar cuenta que posiblemente ahora podría perder la vida y no haber conseguido llegar a entrar en la Ciudad Santa. Un ruido casi imperceptible al otro lado de la puerta hizo que esta hiciera un ademán de apertura hacia el interior. El rastrillo se elevó un poco del suelo y los que estábamos junto a la puerta entendimos que había que subirlo para empujar la puerta. Dejamos de golpear la puerta y bajamos nuestros escudos para levantar el rastrillo. Conseguimos subirlo sobre nuestras cabezas y en cuanto comenzamos a empujar la puerta, esta abrió las dos hojas de par en par. Todos los que estaban tras nosotros bajaron los escudos al pecho y echaban mano a sus espadas para colarse por entre los huecos que dejábamos los que sujetábamos el rastrillo. Raudos todos los que cruzaban iban desenfundando si no lo habían hecho ya, buscando a un defensor para matar. El rastrillo se levantó un palmo más, y la marea cristiana se hizo incontenible empujándonos a todos para entrar en tropel a la ciudad.
Varios caballeros francos y flamencos ya se hallaban combatiendo en la plaza frente a la puerta cuando ví correr al Señor Tancred de Hauteville abriéndose paso con varios de sus caballeros hacia el monte del templo. Me defendí con el escudo de un golpe asestado por un defensor mientras éste era abatido por un compañero franco. Asesté varios golpes con la espada a otro defensor que se batía con otro provenzal, amputándole un brazo y brotándole un chorro de sangre que me empapó la cara mientras caía abatido por mi compañero cristiano. Los defensores, cada vez más diezmados iban cediendo terreno conforme se reducía su número. La sangre de los muertos en las murallas impregnaba las paredes de las mismas. Un reguero de cuerpos sangrantes y miembros mutilados enrojecían las paredes y empedrados de calles y plazas de la ciudad conforme la marea cristiana se adentraba en ella.

Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing
El sonido del timbre sonó y me hizo volver a la realidad – ¡Chicos, el tiempo ha terminado, entregad los exámenes!– les dije volviéndome hacia la mesa del profesor.


Consultas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Xerodermia_pigmentosa
http://www.cienciaseternas.com/Horoscopos/CalendarioPerpetuo.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Primera_Cruzada
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paul iord




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MensajeTema: capítulo 1.2   LIBRO I: LUNA AZUL EmptyDom Jul 18, 2010 6:16 am

1.2
Me dirigí a la sala de profesores a mirar el planning de la clase que tenía a esta hora tal como era mi costumbre para no levantar sospechas y también para cambiar el libro de texto de este examen por otro. Saludé en varias ocasiones, tanto a los compañeros que me encontraba en el camino, como a los estudiantes que me saludaban cuando pasaba junto a ellos. Sabía perfectamente que los chavales me habían apodado “el témpano”, tanto por tener las manos heladas, como por el problema genético que les había hecho creer que tenía. Baje las escaleras del edificio hasta que llegue a la planta baja, entré en la sala de profesores y me dirigí directamente a mi taquilla.
-Hola, Mari Carmen, ¿que tal tus monstruos hoy?- Le pregunté a una compañera que cambiaba de libro en su taquilla.
-Hola Paul, hoy están insoportables, menos mal que quedan dos días para vacaciones, que si no me muero.- comenzó con su cháchara para inmediatamente afrontar su curiosidad- ¿Al final te vuelves con la familia a Inglaterra? Vaya, ahora que empieza a hacer bueno.
Me quedé mirándola con desaprobación por el comentario, siguiendo mi papel interpretativo.
-¿Qué?- me preguntó deduciendo el por qué de mi expresión -¡Ah, perdona! A veces me olvido de tu problema con la luz si no llevas puesto el pasamontañas y las gafas, ¿como era, fotodermia de la piel?.
-¡Xerodermia pigmentosa!- le repetí por enésima vez con una sonrisa.
-Bueno, pues lo que yo he dicho- me dijo sonriendo -¿y cuándo te vas? ¡Que envidia, no tener niños y poder viajar! Mírame, yo con marido, dos niños e hipoteca. Si hago algún viaje en mi vida va a ser a Santander o de excursión con los monstruos.
Le sonreí porque sabía que en el fondo su monotonía en la vida era su propio purgatorio. Dejé los el libro del curso que acababa de finalizar mientras contestaba a su pregunta y tomé otro libro de texto y más folios.
– Pues cojo el avión el sábado por la tarde, hago noche en Londres y llegaré a casa al medio día.
-¡Londres!- dijo con estupor en la voz -¡nunca he ido a Londres!, ¡que envidia!
-Si te sirve de consuelo, Londres es más nombre que otra cosa. Si, tiene el museo británico,- dije haciendo un ademán remarcando la magnificencia de lo que albergaba el edificio -pero sólo una momia pasaría por ahí para saludar a sus familiares.
Ella permaneció en silencio un segundo antes de reaccionar a la broma- ¡Oh, Paul eres incorregible! – dijo mientras se reía forzadamente del chiste que seguía sin comprender.
Le sonreí y salí de la sala de profesores con dirección a la última clase que tendría esa mañana. Ya quedaba una hora menos para irme a casa y poder relajarme.

La llovizna ya era apenas imperceptible, pero seguía humedeciendo el ambiente. Llegué a la clase que me correspondía y permanecí de pie esperando a que el último de los rezagados tomara asiento.
-Sentaos todos, no quiero ver nada mas que el bolígrafo sobre la mesa, quiero ver los pupitres vacíos, así que lo que tengáis en el pupitre lo dejáis en el suelo. Enrique -llamé la atención del chaval que estaba mas cerca de mi mesa- reparte dos folios a cada uno.
El joven se levantó cogió los folios de mi mesa y los fue repartiendo entre sus compañeros.
-Silencio todos- dije –la fila de Enrique será el examen A, la de Andrea el B, Isabel el A, Verónica el B, Juan A y Carlos Alfredo B. A ver repito – dije señalando a los chavales mientras les repetía la letra de su examen -A, B, A, B, A y B. A partir de ahora no quiero oír a nadie.
Los jóvenes poco a poco dejaron de murmurar mientras arrojaban los libros y libretas que tenían bajo sus pupitres en el suelo de los pasillos del aula.
-Para el A, primera pregunta: Antecedentes de la Independencia de Estados Unidos. Para el B, primera pregunta: Antecedentes de la revolución francesa. Para el A: El Directorio. Para el B: La invasión napoleónica de España. Para el A: La Santa Alianza. Para el B: El Congreso de Viena.
Repetí las preguntas del examen en tres ocasiones antes de dedicarme a mi pasión del día de hoy, ver el sauce en el patio.

Paris, República Francesa, 8 de junio de 1795
Iba vestido con una capa marrón y un sombrero con la escarapela revolucionaria. Portaba una antorcha en la mano y seguía al guardia, un hombre tosco y desaliñado, que decía llamarse Antoine Simon y era zapatero.
Había subido bastantes tramos de escaleras de la prisión del Temple cuando ya me encontraba en el pasadizo en donde se encontraba el muchacho.
-¿Y la orden viene directamente del ciudadano Barras?- preguntó el guardia.
-Sí, del mismísimo presidente de la Convención, el ciudadano Paul Barras. ¿Dudas de la firma del Presidente de la Convención?- dije enfatizando el nombre de quien tenía la orden sellada, mostrando el papel.
-No, ciudadano, ¡reconozco la firma del ciudadano Barras!- matizó -pero es irregular que se haga de esta forma y a estas horas tan intempestivas.
-Es el último Borbón, y desde el exilio lo llaman Luis XVII, es un enemigo de Francia y por eso debe de morir- le dije agitando la orden de ejecución.
-Solo es un niño,- matizó -aquí no puede hacer daño a la revolución, pero el ciudadano Barras sabrá lo que es mejor para la revolución.
-Claro que lo sabe, ciudadano, este niño no es un niño normal, es el rey de Francia para los monárquicos. En Inglaterra hubo una revolución hace ciento cincuenta años, le cortaron la cabeza al rey, como nosotros, y, ¿que hay en Inglaterra ahora? Un rey, ¡hay que acabar con esa lacra monárquica para siempre!
-Si, ciudadano, tienes razón, ¡hay que acabar con todos los reyes!- me dijo llegando hasta la puerta de la celda -Es aquí. ¿Cómo pensáis hacerlo, ciudadano?
Ignoré la pregunta mirando hacia la capa que ocultaba un puñal. Abrió la puerta de la celda y un niño de diez años, con un cabello lacio que le llegaba por debajo de los hombros y cubierto de harapos, que antaño fueron ropa de alta alcurnia, permanecía acurrucado bajo el tragaluz del muro exterior.
-¡Déjanos solos, ciudadano!- le ordené.
Entré en la celda y tras de mi cerró el guardia. El niño me miró, con sus profundos ojos azules, somnoliento, sin acostumbrarse a la luz de mi antorcha.
-¿Eres Luis Carlos, Delfín de Francia?- le pregunté.
El muchacho asintió, meditabundo -Soy Luis, Rey de Francia- El muchacho esperaba reunirse con su padre y terminar por fin su cautiverio, su sufrimiento, su vida.
-Venid, alteza, ya estáis a salvo, vengo a llevaros con vuestra madre, la reina- le dije abriendo mis brazos para acogerlo entre ellos.
El joven abrió los ojos, estupefacto, esperanzado, como si despertara del final de la pesadilla que había sido su vida estos últimos cuatro años. Me sonrió y saltó a mis brazos empezando a gimotear creyéndose a salvo. Lo olí, oía el palpitar de su corazón, desee probar su néctar, y hundí mis dientes en su cuello.
Bebí, bebí y bebí sin refrenar mi sed, la sangre joven del muchacho me hacía rejuvenecer por instantes, mitigaba la sed pero no era suficiente para mí. Me detuve y no lo dejé del todo seco, así que pronto debería de encontrar una nueva víctima. El niño ya no se movía. Yacía muerto entre mis brazos. Tomé mi daga y le hice un corte profundo para enmascarar el lugar donde le había mordido. Lo cogí de los pies y lo levante para que la herida hiciera caer los últimos restos de sangre del muchacho. Unos minutos después el suelo tenía un pequeño charco con la última sangre que le quedaba en el cuerpo. La sangre dejó de fluir y deje al niño en el suelo sobre el pequeño charco de sangre. Tomé mi pañuelo y me limpié los restos de sangre que podían haber quedado entorno a mi boca.
-Guardia- grité mientras limpiaba la daga en el pañuelo. La puerta se abrió al cabo de unos segundos.
-En Francia ya no vive ningún rey- le dije saliendo de la celda mientras éste miraba con curiosidad el cuerpo sin vida del Rey de Francia.
Oí un murmullo a mis espaldas que me hizo volver al presente -Venga chicos, que el examen es bastante sencillo y hemos repetido en clase varias veces todo lo que os he preguntado.

Consultas:
http://fr.wikipedia.org/wiki/Paul_Barras
http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XVII_de_Francia
http://es.wikipedia.org/wiki/Torre_del_Temple
http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_I_de_Inglaterra
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paul iord




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MensajeTema: Re: LIBRO I: LUNA AZUL   LIBRO I: LUNA AZUL EmptyDom Jul 18, 2010 10:07 am

1.3
Afortunadamente para mí, había transcurrido el día sin complicaciones. Me marché a mi casa andando, paseando por el pueblo con mi paraguas y mi maletín con los exámenes de historia. Cuando llegué a casa, me puse cómodo, encendí el Compac-disk y puse un poco de música new age a bajo volumen para comenzar a leer los exámenes. Muchos de ellos estaban bien escritos, sin faltas ortográficas, con fechas correctas y acontecimientos precisos, otros no tanto, algunos, los menos, tenían preguntas en blanco y otros ... por que no decirlo, no tenia ni idea de que les rondaba la cabeza para escribir hechos entremezclados que harían estremecer a cualquier historiador.

Cabezón de la Sal, España, 10 de junio de 2007
Sonaba en mi compac-disk el cántico de Jean Racine, de Fauré, dando una nueva nota de candidez a mi casa. Me gustaba oir a Fauré, sobretodo antes de ir de cazar. Diez días era lo que consideraba seguro entre comida y comida, sobretodo con esos chavales tan despiertos que tenía por alumnos. Por suerte, las dos casas de mis vecinos que lindaban con la mía eran residencias de verano y no tenía el menor problema en poner música a altas horas de la noche. Apagué la luz del comedor y el compac y me retiré a mi habitación. Miré por la ventana de la habitación el patio trasero de la casa, las montañas y bosques en la oscuridad de la noche.
Mi teléfono móvil sonó en el aparador del comedor y raudo lo descolgué para contestar al aparecerme un número de teléfono desconocido para mi 1 360 … El código telefónico era el de Estados Unidos, pero ¿desde dónde me llamaban?, no me sonaba el código 360
-¿Hola?- me dijo una voz de chica joven desde el otro lado del teléfono.
-¿Si? ¿Quien es?- pregunté.
-Hola. Me llamo Alice, Alice Cullen, no me conoces pero soy como tu, ¿puedes hablar?
Me quedé pasmado por la llamada, Alice Cullen, era una de los miembros del clan de Forks, el clan de la niña híbrida. Era una de los miembros del clan que solo cazaban animales. Era una de los miembros del clan que había hecho frente a los Vulturis. Hacía un momento que había tomado la decisión de llamar a Oisín para que me consiguiese el teléfono de alguno de los de Forks e invitar formalmente a todo el clan a nuestra celebración de la Luna Azul y tenía al teléfono a una de sus miembros. Increíble casualidad.
-Si, -dije- si que puedo.
-Le pedí tu teléfono a Oisín y me lo acaba de dar, ¿no te molestará verdad?
-¡No!, no, precisamente le iba a pedir a Oisín que me facilitase el teléfono de alguno de vosotros para invitaros formalmente a un evento en Europa.
-¡Que casualidad! Pues tengo a mi lado a alguien que cree conocerte de hace bastante tiempo.
-¿Si?, y ¿quien es?- pregunté curioso.
-Un momento y te lo paso.
Aguardé un segundo mientras se pasaban el teléfono para oir la voz de alguien que me conocía. ¿Quien podría ser?
-Hola,- dijo una voz joven y por el tono contenta- ¿eres el Xaume que conozco?
Me quedé pasmado, hasta que reaccioné un segundo mas tarde.
-¿Jasper?, ¿eres Jasper Whitlock?- pregunte radiante de alegría sabedor de la contestación- ¿estás con el clan de los de Forks?
-No, no estoy con el clan de los ... Cullen -comentó- ¡soy un miembro de la familia Cullen!.
-¿Si? -pregunté incrédulo- ¿lo dices en serio?
Todos habíamos aceptado, por nuestra condición en cuanto nos juntabamos dos o más en denominarnos aquelarre, y sólo a los grupos que se habían asentado los denominabamos “clan”, pero únicamente nosotros nos hacíamos llamar “familia” y, resultaba agradable que otro aquelarre se autodenominara igual que nosotros, los hacía parecer más próximos a nuestra forma de vida de lo que eran otros grupos, aunque, tambien es cierto que ellos quizá lo hacían por aparentar frente a los humanos y nosotros por autodefinir unos lazos de sangre o conversión.
-Bueno, realmente me hago apellidar Hale, pero Carlisle Cullen hace la ficción de padre adoptivo. Y mi compañera Alice se hace apellidar Cullen, así que no se, creo que soy tres cuartas partes de Cullen.
-Oh, -dije radiante de felicidad- me alegro mucho de volver a hablar contigo, volví a Monterrey en los años cincuenta, estuve rondando la zona alrededor de tres años, pero no te encontré por ninguna parte, ni a ti, ni a María, luego me tope con unos neos y tuve que dejar vuestra busqueda.
-Yo tampoco se nada de María desde ... uf, hace mucho.
Unos cuchicheos al otro lado de la linea entre Alice y Jasper hicieron que me detuviera en la conversación.
-¿Jasper?
-Hola, soy yo de nuevo- dijo la joven que mas que hablar canturreaba-¿Dijiste que nos querías invitar a todos a un evento? ¿En un lugar con monolitos de piedra?
-Si, pero nunca dije que hubiesen monolitos de piedra, aunque si que los hay, es en Callanish, en Escocia, el día 30 de junio.
-¡Faltan veinte dias!, y ¡en Escocia!, ¡te paso a Jasper!.
-¡Chicos no hagais planes para el día 30, nos invita un viejo amigo de Jasper a Escocia!- dijo la vocecilla canturreante de Alice.
“Rose, te apetece que busquemos el Montruo del Lago Ness” -dijo una voz de hombre alejada del teléfono, con un tono entremezclado de pícaro y burlesco.
“Emmet, ya sabes donde esta el monstruo del Lago Ness que me interesa” -le contestó una voz de mujer que comenzó a reir mientras parecía que se alejaba de la zona donde estaba el teléfono.
-Bueno, como te iba diciendo- comenzó Jasper.

Consulta:
http://es.wikipedia.org/wiki/Cantique_de_Jean_Racine
http://www.nanpa.com/area_code_maps/ac_map_static.html
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MensajeTema: capítulo 1.4   LIBRO I: LUNA AZUL EmptyMar Jul 20, 2010 2:09 pm

1.4

Alrededor de las nueve de la noche encendí el televisor y vi el telediario en busca de las últimas noticias que acontecían en el planeta: La cumbre de la Unión Europea; el coche abandonado por ETA en Ayamonte, nada fuera de lo normal. Apagué la televisión y me puse los cascos para continuar escuchando música mientras continuaba corrigiendo. Cuando ya eran las seis de la mañana pasadas, terminé la corrección de la totalidad de los exámenes. Encendí el portátil y esperé la conexión a internet. Pensé en ponerme a jugar al WOW, inicié el programa, apareció mi personaje, mi no muerto, ¿que si no?, pero, la verdad es que para estar durante media hora, era perder el tiempo inútilmente, ya que no podría ni terminar una misión. Cerré el juego. Abrí el google y me apareció el pronóstico del tiempo para hoy. Ummm, nubes y claros. Abrí el correo y vi que un mail de Andrea me había llegado hacía escasos segundos. Andrea, mi... hijo, mi compañero de andanzas, mi alimento en el abismo en el que me encontré sumergido los primeros meses al renacer, hacía poco más de novecientos años. Lo abrí inmediatamente sorprendiéndome de tener una sonrisa en mi rostro, era una grata sorpresa, no esperaba saber nada de Andrea hasta que lo viera en Escocia pero… ahí estaba.
“Hola Xaume, que cuentas? Ya tengo el pasaje para el 27. Vendréis a por mi al aeropuerto o me busco la vida para llegar a casa de Oisín?. Xia me envió un mail desde Shanghai esta tarde, dice que vendrá con Dewei y que llegarán el 26 a Londres, me volverán a escribir antes de partir y Oisín dice que esta preparando todo en su casa. Sobre Julia, Irina, Rakesh y Lars no se nada. Ya me dices algo. Andrea”
Pulse el redactar un mensaje y comencé a contestarle.

Miré la hora y comprobé que todavía faltaban mas de cuarenta y cinco minutos para que fuesen las ocho de la mañana. Fui a la cocina y preparé la comida de hoy. Abrí un tetrabrick de de un litro de gazpacho y tiré su contenido en la pila. Lo llené de agua del grifo varias veces para limpiar los restos de su contenido. Lo llené de nuevo de agua y lo metí en el maletín junto a una manzana envuelta en un plástico. Introduje los exámenes corregidos en el maletín junto a la comida. Me dirigí al baño. Me quité la ropa y me quedé desnudo un momento frente al espejo. Me deleité mirando mis facciones, miré las manchas de ojeras por encima de mis pómulos. Las toque con los dedos, primero de un ojo y luego del otro. Me alisé con las manos mi pelo lacio castaño. Me toqué mis pectorales, ¿habría engordado?, no, eran ilusiones mías. Sabía que desde que renací tenía la misma figura, no había cambiado un ápice salvo por las marcas de mordeduras en la piel de mis brazos de mi etapa de vida en Texas y México, aunque sólo se notarían si me quitaba la ropa. Había visto una noticia en la televisión que decía que ahora se podía hacer crecer los huesos, incluso después de haber finalizado la fase de crecimiento. Me pregunté que tal estaría con unos centímetros más. Deseché la idea sabiendo que eso nos sacaría a la luz, sería la condena a muerte de muchos humanos y se desataría una búsqueda para erradicar a nuestra especie en todo el planeta. Me metí en la ducha, más que nada para atenuar mi olor embriagador hacia los que me rodeaban. No se si sería verdad o no, pero había llegado a esa convicción de que podía pasar mejor desapercibido en mi vida semihumana. También había intentado dormir una infinidad de noches, pero ya lo consideraba una pérdida de tiempo el volverlo a intentar. Me tomé varios minutos para disfrutar del agua templada de la ducha, o al menos eso me parecía, aunque seguro que para cualquier humano el agua estaría helada. Me sequé concienzudamente y me fui a mi habitación a vestirme. Abrí el armario y me quedé pensando que ponerme... nubes y claros pronosticaba google para Santander. Comencé a vestirme. Unos bóxer negros de seda, unos jeans de CK, un suéter negro de cuello de cisne, un colgante con una cruz, calcetines negros y zapatos de vestir negros con punta cuadrada, sin cordones. Me acerqué al mueble de la entrada, cogí un pasamontañas limpio y unos guantes negros de piel y los metí en un compartimiento del maletín. Metí la ropa interior que había llevado hasta hacía unos minutos en la lavadora, y el jersey y la camisa de ayer los puse en el cesto de ropa para lavar en tintorería. Me acerqué hasta la ventana y miré las nubes, todavía el cielo estaba encapotado. Cogí el portátil, lo metí en su maleta para llevármelo al trabajo. Me puse la chaqueta de cuero negro lisa, las gafas de sol me las coloqué en la cabeza a modo de diadema, tomé el maletín, la maleta del portátil y salí de casa con destino al instituto. Los adoquines de la calle me condujeron a otra ciudad y otro tiempo.

Volterra, Señorío de Volterra y San Gimignano, 4 de abril de 1212
Corría el año del Señor de 1212. Habíamos permanecido de pie, apartados de la gente y sus animales, en actitud orante, frente a la puerta fortificada de acceso a la ciudad un corto espacio de tiempo, esperando que llegara el alba y fueran abiertas las puertas. Vestidos con hábitos franciscanos pasábamos desapercibidos por todos los reinos, ducados y condados de Europa occidental, ya que la orden se expandía como una mancha de aceite desde hacía tres años, por todo el orbe, con el beneplácito del papado, y siempre en grupos de dos miembros. Era la primera vez en cien años de existencia que olíamos esta fragancia de una forma tan intensa y procedente de una ciudad. Ya la habíamos percibido en Roma, en Siena, en Florencia, en Pisa, en Paris y en Aachen, pero nunca de una forma tan intensa como esta vez en los arrabales de Siena, por lo que decidimos cambiar de ruta hacia el norte, ya que nos conducía campo a través en dirección a Pisa.
A las puertas de Volterra la fragancia ganó decenas de matices. Andrea y yo estábamos realmente intrigados por saber de quien se trataba. No nos habíamos encontrado en nuestros continuos viajes con nadie de nuestra especie, solo rastros de varios meses o años en edificios abandonados, imposibles de rastrear a cielo abierto. Ya habíamos llegado a la conclusión de no ser los últimos de nuestra especie. Ahora tendríamos que intentar hacer contacto. Y para ello Julia y Gabriel preferían establecerse para estar siempre en contacto, mientras los demás seguíamos buscando por separado.
Gabriel y Julia se establecerían en Roma. Eligieron para vivir una tumba familiar saqueada, decorada y dispuesta como la domus romana de la que fue fiel reflejo en la superficie, ya demolida hacia cientos de años, y a la que sólo se podía acceder a través de un falso muro en las catacumbas del Aventino y a través de una cloaca en desuso que sirvió para saquear lo que de valor hubo en esta tumba. Oisín viajaría desde Strivelyn a Roma pasando por las cortes de Inglaterra, Francia, Borgoña, Génova y Pisa. Andrea y yo recorreríamos el Sacro Imperio tomando el camino de Florencia y Siena hacia Roma.
Poco antes de despuntar el día la fragancia se hizo mas intensa, pero no llegaba de la ciudad sino de la carretera que se aproximaba a la ciudad. Andrea y yo nos fijamos en varias personas que se dirigían hacia la puerta de acceso a la ciudad. Solo dos de los que iban a entrar en la ciudad parecía que se dirigieran realmente hacia nuestra posición. Llevaban capas de lana con capucha tintadas en gris que les cubrían el cuerpo y las facciones pareciendo hermanos benedictinos. Cuando estaban ya cerca de nosotros percibí que la fragancia pertenecía a estos que se aproximaban. Estando ya cerca de ellos pude verles las caras, tan pálidas como las nuestras. Ambos tenían edades cercanas a los veinte años.
–Hola – dijo uno de nuestros interlocutores adelantándose a su compañero y dirigiéndose a mí –¿como os llamáis?
Me emocioné tanto que tartamudeé.
–Xa, Xa, Xaume – dije.
Ambos se miraron con estupefacción y miraron a Andrea.
–Yo soy Andrea – dijo éste faltándole el aire.
Estos se volvieron a mirar.
–Sois, –dije – los primeros que...
–Yo soy Alexis y el es Giovanni. Dejad las preguntas para mas tarde y seguidnos – dijo el que se hacía llamar Alexis interrumpiendo mis explicaciones, y girándose hacia el camino de donde provenía.
–¿Dónde vamos?– pregunté.
–A la ciudad –me contestó Alexis.
–Pero, ¿no deberíamos de...– intentó preguntar Andrea.
–Nosotros no entramos por esa puerta si podemos evitarlo – contestó Giovanni iniciando la marcha.
Les seguimos calle abajo en dirección hacia un teatro en ruina cavado en la falda de la montaña, junto a la muralla mientras el día comenzaba a despuntar.
–Tendremos que darnos prisa – dijo Alexis.
Bordeamos el escenario en ruina del teatro. Y nos dirigimos al lateral de la gradería más cercano a la muralla. Tras un seto, apareció un agujero atrancado con un enrejado de gruesas barras de hierro. A través de el se olía fuertemente la fragancia en medio de olores pestilentes. Alexis abrió el mecanismo de la verja y se introdujo en la cloaca.
–¿A que esperáis?– preguntó Giovanni –¡Entrad!– nos ordenó invitándonos a entrar con la mano.
Me introduje en la cloaca y Alexis, por delante de mi solo dijo –¡Bienvenidos a Volterra!
LIBRO I: LUNA AZUL O6fc45 LIBRO I: LUNA AZUL Vnnj91
Puerta norte de Volterra y teatro romano de Volterra.

Consultas:
http://www.elpais.com/diario/?d_date=20070622
http://es.wikipedia.org/wiki/Volterra
http://es.wikipedia.org/wiki/Orden_Franciscana
http://es.wikipedia.org/wiki/Domus
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MensajeTema: Re: LIBRO I: LUNA AZUL   LIBRO I: LUNA AZUL EmptySáb Jul 24, 2010 1:30 pm

Capítulo 2. Oisín.
2.1
Cabezón de la Sal, Cantabria, España. Viernes, 22 de junio de 2007
Caminé hasta llegar al instituto. Saludé por el camino a algunas madres de los muchachos que tenía por alumnos y a otras mujeres que conocía del pueblo, que salían de casa para comprar el pan recién horneado, para hacer el almuerzo a sus hijos y maridos. El frutero del pueblo sacaba los cajones de fruta recién traída de Santander esa misma mañana a la puerta de su negocio para hacer que la gente viera sus productos y se acercara a comprar.
Algunos alumnos ya habían llegado al instituto y jugaban al basket en el patio.
–Paul – llamó mi atención una voz de muchacho que venía corriendo detrás de mi –Paul, ¡espere!– dijo.
Me giré y ví que se trataba de Rafael, que ya se encontraba a medio patio de distancia de mi. Le esperé sin entrar en el edificio hasta que se acercó. – ¿Ya ha corregido los exámenes?– me preguntó tomando aliento.
Me quede mirándolo un segundo antes de contestar –no, todos no – mentí –parte de los de tu clase si.
El chico me hizo una mueca como queriendo saber si el suyo lo había corregido. Le miré a los ojos e inmediatamente comprendí que interiormente estaba suplicando que le aprobara el examen.
–Estás aprobado – le dije por fin terminando con su agonía.
Hizo un movimiento con el brazo en señal de haberlo conseguido, al tiempo que decía – ¡bien!– Se giró hacia sus compañeros que jugaban al básquet y les grito – ¡He aprobado historia!– mientras se dirigía corriendo hacia ellos dejando la mochila junto al pie de la canasta.
Sonreí y entré en el edificio. Llegué a la sala de profesores unos segundos más tarde, saqué el portátil de su maleta y lo conecte al enchufe más cercano. Lo dejé en uno de los sillones alejados de la posible sombra de las ventanas y mientras esperaba a que se iniciara Windows y a que el ordenador se conectara con internet fui hasta donde estaba la cafetera y preparé café para los compañeros. Eché una cantidad insignificante de café en un vaso de plástico y lo removí por toda la superficie haciendo parecer que había estado lleno, lo deje encima de la mesa simulando un descuido y me instalé en el sillón con el portátil, utilizando mis piernas como mesa.
Jerusalem, Califato Fatimí, 15 de Julio de 1099
Cada vez éramos más los cristianos que estábamos asaltando Jerusalem. Los caballeros hundían sus espadas en todo aquel que se le pusiera por delante, sin importarle el credo judío o musulmán que tuviera. La muralla norte era ya nuestra casi en su totalidad. Las dos puertas del norte, la de Herodes y la de Damasco estaban completamente abiertas y las tropas entraban por ellas con la única misión de purificar los Santos Lugares al grito de “¡Dios lo quiere!”. Los defensores podían dar por perdida la ciudad, pero seguían combatiendo en retirada o, escapando en desbandada hacia la última trinchera que tenían, la mezquita de Al-Aqsa, con la esperanza de pactar una rendición.
Tancredo de Hauteville y sus caballeros tomaron algunos caballos que encontraron por el camino hacia la mezquita, adelantando a los defensores en su escapada. Nosotros seguimos desperdigándonos por toda la ciudad, matando a cualquiera que tuviera el menor atisbo de parecerse a un defensor y por ende a un musulmán, que tan infiel y hereje era como un judío. Poco a poco fuimos cambiando las tornas de nuestro comportamiento y si en un principio sólo matábamos a aquellos defensores que luchaban contra nosotros, ahora primaba el purificar la ciudad de musulmanes, así que dejamos de hacer prisioneros y conforme se rendían les hundíamos nuestras espadas.
Un grito de júbilo se extendió por la ciudad al ver que sobre la mezquita ondeaba la bandera de Tancredo de Hauteville. La ciudad era nuestra, así que terminamos con más tranquilidad la carnicería que nos habíamos autoimpuesto en nuestra tarea de limpieza étnica de Jerusalem.
Llegada la noche, las calles y plazas de la ciudad estaban llenas de cuerpos muertos y mutilados. No podíamos caminar sin pisar un charco de sangre. Ahora íbamos puerta a puerta por toda la ciudad buscando infieles musulmanes para darles muerte y de paso saquear las casas. Una orgía de muerte se apoderó de nosotros y al conocer que un grupo de infieles estaba prisionero en la mezquita, nos dirigimos con nuestras antorchas, espada en mano hacia allí. Los guardias que los custodiaban, al ver el gentío que allí nos reunimos se apartaron de nuestro camino purificador. Hundimos nuestras espadas en los prisioneros asesinándolos a todos. No podía o debía de quedar ningún infiel musulmán en la ciudad que vio morir a Nuestro Señor Jesucristo. ¡Dios lo quiere!
Bajamos el monte de la mezquita y seguimos buscando en todas las casas a los posibles musulmanes que quedaban con vida, rapiñando los objetos de valor de los cuerpos sin vida que yacían por las calles y, ahora ya incluso, matando a los herejes judíos que se negaban a entregar sus objetos de valor.
Pasada la media noche ya habíamos entrado en bastantes casas del barrio judío haciéndonos con un botín sustancial para el grupo que éramos, salimos de la casa vacía en donde nos encontrábamos y nos dirigimos a la siguiente. Muchos judíos se habían refugiado en las sinagogas esperando a que la marea cristiana terminara con su sed de venganza. Golpeamos la puerta de la siguiente casa de la vía Dolorosa. La puerta cedió a nuestro empuje. El judío que vivía dentro balbuceaba en su idioma aterrorizado al ver nuestra chusma con teas y espadas en mano. Lo apartamos de nuestro camino y entramos en tropel. Comenzamos a tomar los objetos preciosos que se encontraban a simple vista, el judío parecía suplicarnos por sus pertenencias, pero más que nada, lo que hacía era molestar en nuestra búsqueda de botín. Tras una cortina había otra habitación, supuestamente una alcoba con dos mujeres. La más joven parecía de buen ver, así que uno de mis compañeros se abalanzó sobre ella para poseerla. El judío intento defender a su hija y otro de mis compañeros le clavó la espada. Las mujeres gritaban y dos de los compañeros se abalanzaron sobre ellas para acallarlas y de paso poseerlas. Los demás continuamos con nuestra tarea de saqueo. Cuando salimos de esa casa e íbamos a la siguiente los gritos de las mujeres cesaron sin motivo aparente mientras dos gritos de agonía se batían sobre nuestros compañeros.
Un hombre de unos veinte años, con un rostro bello y pálido, que contrastaba con su cabello rizado, oscuro y de aspecto desaliñado, y a pesar de vestir con unas ropas hechas con seda, que hacían denotar su condición de hombre adinerado, poseía en su forma de mirar, una actitud arrogante que nos mostró en todo su esplendor al salir de la alcoba. Uno de mis compañeros, al verlo, gritó – un infiel, hay un infiel para purificar- se abalanzó sobre él con la espada en la mano para asestarle un golpe mortal mientras gritaba la frase que todos decíamos desde que habíamos empezado el largo viaje desde Europa hasta Tierra Santa.
-¡Dios lo...! - no llegó a decir nada más, el musulmán se movió de una forma tan rápida que no pareció que se había movido si no hubiese tenido cogido a nuestro compañero por el cuello, mientras se lo partía, acabando con su vida mientras nos miraba a todos los demás y lanzaba un grito de felino a punto de saltar sobre nosotros. -“Estúpidos patanes, dejad a esta gente, ¡no os han hecho nada!”- dijo con una voz dulce y un aspecto de demonio. Retrocedimos unos pasos.
Uno de mis compañeros dijo -Tenemos que atacarle todos a la vez. ¡Es el Maligno! Dios nos ha enviado para matar al Maligno. ¡Dios lo quiere!- dijo saltando sobre él. Al ver su movimiento todos le imitamos. No sé cómo pero el demonio me había mordido y perdía las fuerzas por momentos. Ya había acabado con la vida de tres de mis compañeros cuando salió disparado de la casa en dirección calle arriba, por donde estaba la gran sinagoga.
-¡El Maligno nos ronda! ¡Se ha escondido en la sinagoga para unirse a los herejes judíos!- Dijo un soldado a medio camino entre la sinagoga y nosotros -¡Hay que matar al Demonio! ¡Dios lo quiere!- Su antorcha voló por el cielo y rompió uno de los vitrales del templo. Mis compañeros se acercaron hasta allí seguidos de cerca por mí. Tomaron un madero y atrancaron la puerta para que no pudiese salir. Otras antorchas fueron lanzadas al interior de la gran sinagoga. Los gritos de los allí refugiados intentando salir se mezclaban con los gritos de agonía de los que se quemaban en su interior. -Los herejes judíos dan cobijo al Maligno en sus templos, ¡hay que acabar con todos ellos!- dijo un soldado que se dirigió a quemar otra sinagoga, rápidamente seguido por los soldados que se encontraban conmigo. Me senté en el suelo moribundo, contemplando como ardía el edificio con los herejes dentro. Al cabo de unos minutos los gritos en la sinagoga cesaron mientras oía otros lamentos provenientes de otros puntos de la ciudad. Yo me sumí en un sopor por la quemazón que hizo sentirme muerto.
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MensajeTema: Capítulo 2.2   LIBRO I: LUNA AZUL EmptyMiér Jul 28, 2010 1:38 pm

2.2
Sonó el timbre de las once y media y los escasos estudiantes se dirigieron hacia las clases una vez finalizada la media hora que tenían para el almuerzo. Yo me conecté a internet buscando noticias e historias que fueran interesantes y me sacaran del tedio por la espera sin hacer nada durante mi último día de trabajo hasta septiembre. Conecté con el Google Earth y me puse a mirar desde el cielo la localidad en donde nos encontrábamos luego me dirigí pululando a Londres, Paris, Roma, Volterra, Glasgow, Loch Ness, ...

Cercanías de Baile Dhubhthaich, Reino de Alba. 9 de octubre de 1120
Las nubes cubrían todo el cielo, llevaba lloviznando casi toda la mañana. El suelo, embarrado, con finas capas de hierva en donde había un hueco dejado por la piedra hacía presagiar que toda la tierra de este territorio sería igual de pobre. Ni un sólo árbol a varios kilómetros a la redonda. Una choza hecha de piedras y paja, a lo lejos, con un pequeño cobertizo anexo, llamó nuestra atención por estar en medio de ninguna parte, en medio del páramo. Quizá sería la casa de un pastor. Olimos la fragancia de la vida humana dentro de ella y de un grupo de ovejas en su cobertizo. Andrea me miró con una sonrisa que apoyaba mis necesidades de apaciguar mi sed tanto como la de él. Nos acercamos a la choza en un abrir y cerrar de ojos.
Andrea me hizo un gesto por el que me cedía el honor de entrar primero en la choza, se lo agradecí agachando la cabeza. Aparté la puerta y esta cayó al suelo. Un hombre de casi treinta años se encontraba sentado junto al llar, sobre un pequeño taburete, calentando una marmita.
-Hola, te estaba esperando- me dijo el hombre sonriendo- vaya, veo que sois dos, creí que solo erais uno.
Miré perplejo a Andrea que me devolvió la mirada. Entramos en la choza y permanecimos de pie frente al hombre.
-¿Nos esperabas?- le preguntó Andrea.
-¡Sí, desde hace varios días! -contestó mirándome al tiempo que me sonreía.
-Sabes quienes somos?- le pregunté perplejo.
-¡Supongo que lobos salvajes, tal como dice la gente, no sois!- dijo divertido - ¿sois enviados de Satán? - preguntó.
-¡No!- le aseguré -¡Aunque llevamos a la muerte con nosotros!
-¡Terminemos con esto Xaume!- dijo Andrea impaciente mientras daba un paso hacia el hombre. Puse mi mano frente a Andrea para que se parara.
-¡Espera, espera!- dijo asustado el hombre al ver su inminente final -¡Si yo os he encontrado otros os pueden encontrar!.
-Sigue- dije intrigado.
-Me llamo Oisín y os llevo siguiendo el rastro desde hace varios meses, desde que en el castillo de Strivelyn conocimos de las primeras muertes en las tierras bajas. En un principio las muertes inexplicables de campesinos no llamaron la atención de nadie, pero supe que en los alrededores de Newcastle del Tyne, y anteriormente en York también se habían producido esas muertes. Mas tarde supe que algunas cabezas de ganado habían aparecido muertas sin una gota de sangre y en los alrededores de Glasgu y Strivelyn también había aparecido ganado muerto sin sangre, así que tuve curiosidad y hace dos meses salí de de Strivelyn en vuestra búsqueda, primero seguí vuestro rastro por Peairt, luego por Obair Bhrothaig, Obar Dheathain, Eilginn y Inbhir Nis. Así que supuse que si ibais hacia el norte, salvo que pudierais volar, volveríais hacia el sur, así que al ver esta casa cerca de Baile Dhubhthaich, me aposte a esperar a ver si aparecíais. Ya que las propiedades con un solo hombre era lo que siempre os atraía. He traído unas ovejas por si eso podría apaciguar vuestra sed de muerte y las toméis en vez de mi vida.
Sed de muerte o, ¿simplemente sed?. Obviamente nuestras correrías por esta isla debían de haber sido muy notorias si este humano había seguido nuestro rastro y nos había esperado.
-¿Alguien más sabe lo que tu?- le pregunté.
-No a ciencia cierta- me contestó -y por eso espero que respetéis mi vida a cambio de las ovejas que os he traído, y os conmino a que abandonéis estas tierras para no volver nunca mas.
-¿Y crees que unas simples ovejas pueden saciarnos? Necesitamos la sangre de los hombres para alimentarnos -le dije.
-¿Entonces sois hijos del Maligno?- preguntó.
Mire a Andrea, que me miraba con desaprobación por la tardanza en calmar la sed.
-No- le contestó Andrea -nacimos hombres, pero somos como los dioses del pasado y necesitamos alimentarnos de la sangre de los vivos.
-Si vuestra bebida no es el néctar sino la sangre, ¿que coméis?, ¿ambrosía como los dioses paganos? Los cuerpos de los hombres que habéis matado no han sido profanados, ni las bestias tampoco salvo por las alimañas.
-No comemos, ¡pero si tenemos sed!- dijo Andrea abalanzándose sobre el hombre.
Salté sobre Andrea y lo empujé apartándolo del hombre que se hacía llamar Oisín. Me interpuse entre Oisín y Andrea para protegerlo de éste.
-¿Qué has hecho?- me preguntó Andrea erizado cual felino salvaje.
-Este hombre está intrigándome con su narración, me gustaría seguir hablando con él. No tenemos muchas oportunidades de hablar con otros hombres.
-Sólo es comida. ¿Nunca te dijeron que con la comida no se juega?- me inquirió Andrea.
-Si quieres saciar tu sed tienes ovejas en el cobertizo- le espeté -este hombre es mío y me corresponde a mi calmar mi sed con este hombre o dejarlo vivo.
Andrea salió de la choza murmurando insultos en griego que ya estaba más que harto de oír desde que nos alimentábamos juntos, hacía algo mas de diez años.
-No le hagas caso, los griegos son muy temperamentales- le dije a Oisín para calmar su estado de terror y ansiedad.

Consultas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Stirling
http://es.wikipedia.org/wiki/David_I
http://es.wikipedia.org/wiki/Baile_Dhubhthaich
http://es.wikipedia.org/wiki/Glaschu
http://es.wikipedia.org/wiki/Peairt
http://es.wikipedia.org/wiki/Obair_Bhrothaig
http://es.wikipedia.org/wiki/Obar_Dheathain
http://es.wikipedia.org/wiki/Eilginn
http://es.wikipedia.org/wiki/Inbhir_Nis
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MensajeTema: Capítulo 2.3   LIBRO I: LUNA AZUL EmptyMiér Jul 28, 2010 1:47 pm

2.3
Recordaba hechos del pasado como si me hubiesen ocurrido ayer mismo, como si mi cerebro fuese un superordenador. Había tenido que estudiar la historia de la humanidad tal como los hombres la veían y no como yo la había percibido. Con su amalgama de colores y miles de olores que ya no había podido percibir desde hacía cientos de años. La revolución industrial hizo que el olor de toda la humanidad cambiase casi imperceptiblemente pasando desde el hedor producido por la falta de higiene de los hombres en el medioevo a descubrir olores y fragancias de la nobleza europea al olor a hollín que se respiraba desde hacía ciento setenta años por todo el mundo conocido.
Apunté con la flecha del ratón el "Para" y me aparecieron las direcciones electrónicas de mucha gente que conocía. Escribí Oisín y todas las direcciones desaparecieron salvo una. Comencé a redactar “Hola Oisín. Te escribo para confirmar que llegaré a tu casa el domingo por la mañana. Llego con RyanAir procedente de Londres a las 13:05. Ven a buscarme al aeropuerto. Xaume.”

Cercanías de Baile Dhubhthaich, Reino de Alba. 3 de noviembre de 1120
Andrea estaba a una milla de distancia de la choza mirando hacia el horizonte. Recorrí la distancia desde la choza hasta donde se encontraba en un abrir y cerrar de ojos. No hizo ningún movimiento en cuanto llegué a su lado, siguió mirando el horizonte.
–Llevamos casi un mes aquí alimentándonos a base de oveja – me espetó Andrea –Y el tiempo no acompaña, si permanecemos más tiempo aquí podemos quedar aislados y sedientos y tu no querrás hacerle daño a tu bardo particular, ¿no?
Medité sobre lo que había dicho Andrea y tenía parte de razón, pero Oisín tenía mucha más razón por pedirnos que no hiciésemos más daño a los hombres de estas tierras si no queríamos ser descubiertos. Yo ya me había rendido a su perspicacia y por esta razón permanecía con vida más que por otra causa. Oisín era un hombre con mucha agudeza, que bien instruida podría sernos de ayuda. Yo me había acostumbrado a poder soportar el impulso de alimentarme de Oisín y Andrea hacía lo propio por no comenzar una pelea que podría acabar mal para alguno de los dos si nos lo tomábamos muy en serio, como aquella vez que me peleé con Andrea por evitar que él se pudiese alimentar del mismísimo Baldwin, Rey de Jerusalem, cuando aceptó llamarse rey de un territorio que le pertenecía por derecho de vasallaje al Emperador Romano de Oriente y que ni siquiera su mismísimo hermano, Godofred de Bouillon, había osado denominarse así, aunque ejerciera como tal.
Dejé bastante magullado a Andrea antes de dejarlo sin sentido en aquella única ocasión, así que pude llevármelo lejos de la zona, donde no pudiese presentir su olor, al fin y al cabo yo le había quitado la vida, o mejor dicho yo le había hecho inmortal, al menos hasta el punto en el que ambos sabíamos qué éramos, y era mi obligación velar por él. Hasta el momento, no nos habíamos cruzado con ningún otro inmortal desde el día que me mordieron a mí y yo creé a Andrea, así que, por lo que podía saber, si éste ser murió quemado en la sinagoga donde se escondió, ambos éramos los únicos inmortales con vida.
–Tienes razón Andrea, sería interesante marcharnos de aquí.
–¿Hacia dónde quieres ir? A pocas millas al norte está el mar y el final de la tierra, hacia el sur ya has visto lo que hay, podemos pasar alguna temporada cerca del gran lago o podemos ir al oeste, a la otra isla. Hay más hombres y ganado que por aquí.
–Podemos ir al norte, nos llevaríamos a Oisín hasta el límite con el mar. Llegaríamos a las islas del norte de Alba y luego nos dirigiremos a la isla Eire. Utilizaríamos a Oisín para informarnos de los demás hombres. Siempre es bueno saber. Los hombres de la otra isla se asentaron en el norte de esta, así que Oisín nos puede servir bien al hablar su idioma. Por ahora hemos tenido suerte de encontrarnos hombres que sabían hablar alguno de los idiomas de los peregrinos que fuimos a Tierra Santa. ¿Te parece bien?
–Y luego, ¿qué haremos con él?– me preguntó haciendo un gesto hacia Oisín que estaba en la cabaña – ¿crees prudente que sepa tanto de nosotros? Si nos ha rastreado una vez, puede rastrearnos hasta los confines del mundo.
– Cuando deje de sernos útil lo dejaremos bajo palabra de no revelar nuestro secreto.
– ¿Estás seguro?– Me preguntó – no me gustaría acabar quemado vivo.
Medité sobre las palabras que acababa de decir Andrea y presentí su temor tanto como si fuera mío. O, ¿era realmente mío? Desde que mordí a Andrea para alimentarme de él y asquearme la situación dejándolo con vida para transformarse al cabo de pocos días, siempre había sentido unas sensaciones muy semejantes a las de Andrea, y, por ello siempre nos habíamos compenetrado bien, compartiendo sentimientos y sensaciones provocadas por la experiencia. Ahora no sabría si era el miedo a morir quemado tal como lo había visto cuando me transformaba en Jerusalem hacía ya veintiún años o el miedo a dormirme y que aprovecharan los hombres esta circunstancia para acabar con mi vida sin que me enterara de ello.
–También podría... intentar... transformarlo como hice contigo, aunque no sé si podría repetirlo.
–No tienes por qué preocuparte por ello, llegado el caso te ayudaría.
Le sonreí.
– ¿Quieres que hagamos una carrera hasta el lago y bebemos algo distinto a sangre de oveja?
– ¿Y él? –me preguntó.
–Está componiendo unos versos, si nos damos prisa, en unas cuatro horas estamos de vuelta. ¿Sabes?, Oisín me dijo que en el lago habita un dragón. Se llama Loch Nis.
– ¿El dragón?
–No, el Lago se llama Loch Nis.
–Pues si el dragón escupe fuego yo no me acerco – dijo Andrea
–No, no, no nos acercaremos al agua, hay gente viviendo a su alrededor, ¿o no te apetece?
Me miró con satisfacción y me dijo –el último que llegue chupa de la pierna.
Empezó a correr en dirección sur y le seguí, sonriendo, disparado como una flecha para no perder.

Consultas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Balduino_I_de_Jerusalen
http://es.wikipedia.org/wiki/Loch_Nis
http://es.wikipedia.org/wiki/Monstruo_del_lago_Ness
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